Una hermosa, dura, desgarradora y necesaria propuesta escénica
La novela de Llamazares, publicada en 1988, es uno de los hitos en la literatura española de las últimas décadas. Una novela mítica y uno de los primeros textos que miraron a los ojos de esa España vaciada de la que ahora todos hablan. Durante su última noche en el pueblo y también la última noche de su vida, Andrés nos narra la historia de los últimos años de la aldea de Ainielle y de sí mismo. Nos cuenta una manera de vivir que está muriendo, como él mismo. Esa noche, Andrés es acuciado por todos los males imaginables: la soledad, la muerte, la desidia, la enfermedad, el odio, la alucinación, el tiempo. La lluvia amarilla es uno de los textos más hermosos y más tristes de la literatura contemporánea en castellano. Esta adaptación, con su puesta en escena sobria, pero de un enorme poder evocador, mantiene con acierto el protagonismo de la palabra. Por momentos resulta difícil contener las lágrimas ante el relato del protagonista. Un relato que es el de tantos individuos y el de tantos lugares hoy silenciados y vacíos. Un relato que nos interpela directamente enfrentándonos a la realidad de la tragedia colectiva que supone la pérdida de nuestras raíces.
Una hermosa, dura, desgarradora y necesaria propuesta escénica que, probablemente, solo lleguemos a entender en toda su crudeza quienes un día nacieron en uno de esos pueblos olvidados.
Intérpretes: Ricardo Joven, Alicia Montesquiu.
Versión y dirección: Jesús Arbués
Abono Ancha 15. RECOMENDADO POR LA RED DE TEATROS